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El arte de regatear
Marrakech es un espectáculo a todas horas. Siempre se ha dicho que es una ciudad muy fotogénica y es cierto: en cualquier rincón puedes encontrarte con imágenes a las que estamos muy poco acostumbrados en el mundo occidental. Tampoco el tiempo pasa de la misma manera que en Europa. Comprar cualquier producto en la Medina puede llevar más de una hora entre que lo eliges y negocias el precio con el vendedor. Y el arte del regateo no es fácil.
Mónica es una experta en regatear. Verla en acción es un gran aprendizaje, aunque a los demás nos resulta difícil aplicar sus técnicas. Diez años visitando Marrakech dan para mucha experiencia. Uno de los trucos que utiliza es hablarles a los vendedores a su mismo nivel, algo que, ya de entrada, les descoloca: no están acostumbrados a que una mujer les hable así. “Hola Amigo” es la primera frase que les suelta y justo después: “cuánto por esto?“. A veces ellos quieren medir a la compradora que tienen delante: “Cuanto quieres pagar?“. Es arriesgado contestar a esa pregunta, porque ya les regalas una baza. Hay que esperar que digan ellos y es entonces cuando sale la Mónica-actriz: “Quéee?” No amigo, no, muy caro” y les ofrece una cantidad totalmente irrisoria. De 600 dirhams puede bajar a 100 dirhams. En ese momento el acompañante ya sabe que la negociación va para largo. Al final se quedará en 300 y un pequeño regalo de más, pero por el camino ella hará dos amagos de marcharse y, a veces, tendrá que soportar los gritos del vendedor. Ella no se arredra y grita más que él. Lo que os digo: todo un espectaculo y la gran prueba de fuego para la paciencia de un occidental.
Si vais a estar pocos días en Marrakech podeis probar, pero ya os advierto que no es fácil. Yo acompañé a Mónica durante dos días y al tercero quise intentarlo con un libro. Al ver que no conseguía la rebaja que quería, hice el amago de marcharme y mientras salía de la tienda todavía tuve tiempo de ver a la vendedora guardando tranquilamente el libro en la estantería. Resultado: me volví a casa sin él. De hecho, casi no compré nada durante mi viaje. Bueno, sí, unas botellas de aceite de Argán por las que no pude regatear ni un céntimo, pues estaba en una farmacia, y me aseguraron que allí no se regateaba.
Pero lo más difícil es saber cual es el precio justo. Seguramente el que te piden ya lo es, pero generalmente es un precio muy parecido al que pagarías en Europa por el mismo producto. Si estás dispuesto a pagarlo, adelante, no pierdes nada con intentar el regateo. Si consigues una rebaja del 20% seguramente ya te marcharás contento, pero tienes que saber que Mónica suele conseguir comprar los productos a la mitad de lo que le piden, aunque no siempre. Cuando tiene prisa, o mucho interés, el regateo dura menos, y la rebaja no supera el 20%. Por ejemplo, los cojines que veis en las fotos de la terraza de Riad Shukran costaron dos días de regateo: ella se fue y volvió al día siguiente, y pagó más de lo que tenía previsto. Casi no hacemos las fotos!
Es uno de los retos a los que os enfrentareis en vuestro viaje a Marrakech. Toda una aventura que puede resultar muy divertida o muy frustrante. Si seguís nuestro blog, os iremos explicando más sobre las compras en Marrakech.
Eva Gabarrós